Dado los, cada vez más, devastadores efectos del cambio climático y las previsiones de un significativo aumento de la demanda de alimentos, en las próximas décadas, en consonancia con las expectativas de alcanzar una población mundial total de casi 10.000 millones de personas, la importancia de la agricultura sostenible está más de actualidad que nunca.
No solo se trata de aliviar los problemas medioambientales. Se ha demostrado que la agricultura intensiva es incapaz de satisfacer la demanda actual y que ese uso de la tierra termina por agotar todas sus reservas de nutrientes. Incluso, si se aplican productos químicos. Si tiene una granja o sabe de alguien que tenga una y está dispuesto a cambiar a este tipo de agricultura, la siguiente información le resultará útil.
5 prácticas de agricultura sostenible
1. Rotar y alternar cultivos
La importancia de la rotación de cultivos es algo que nunca se repetirá suficientes veces. Mientras el cultivo principal hace uso de los recursos del suelo, necesarios para su desarrollo, después se pueden plantar otros cultivos que vuelvan a añadir esos recursos (por ejemplo, las leguminosas restauran los niveles de nitrógeno del suelo) al suelo antes del siguiente cultivo. Esta técnica no solo es clave para nutrir el suelo de forma orgánica y sin productos químicos, también es clave para obtener un mayor rendimiento de los cultivos. Si quieres conocer un poco más a fondo esta técnica, puedes encontrar más recomendaciones aquí.
2. Cultivos de cobertura y abono verde
La función de los cultivos de cobertura, en función de la planta elegida, puede ser más de una. Por un lado, proporcionan nutrientes al suelo, como en el caso de las leguminosas, mencionado previamente. También sirven de protección contra elementos como el viento y, además, pueden utilizarse como cobertura en el suelo, para el pastoreo de animales o como compostaje.
En el caso de usarse como abono verde, no solo proporcionaría nutrientes al cultivo principal una vez que el cultivo de cobertura ha sido eliminado, otras ventajas adicionales son la de proteger el suelo desnudo frente a la erosión y la de eliminar la maleza, pues al ser colocado encima de ella, se ve privada de luz solar, necesaria para la fotosíntesis.
3. Adiós a la labranza
A pesar de los beneficios que se obtienen con la labranza (mejor integración del estiércol en el suelo, eliminación de residuos, aireación y calentamiento del suelo), las desventajas siguen siendo superiores.
Al realizar la labranza, la materia vegetal que cubre el suelo se separa de éste, dejándolo desnudo. El suelo desnudo es mucho más vulnerable a la acción del viento y el agua, que lo erosionan y, al no estar compacto como antes de la labranza y haberse roto su estructura básica, ahora le cuesta más absorber el agua y nutrientes que recibe.
Además de todo eso, la labranza desplaza la capa superior del suelo hacia abajo, lo que mata a millones de microbios e insectos beneficiosos para los cultivos y que forman parte del ecosistema terrestre. Esta pérdida de salud del suelo hace que, a largo plazo, sea necesario el uso de grandes cantidades de productos químicos para mantener la productividad, lo que va en contra de la sostenibilidad.
4. Uso de métodos de gestión integrada de plagas
Las plagas son uno de los grandes peligros cuando se cultiva. Y, aunque los plaguicidas pueden ayudar a acabar con ellas de modo que no afecten al rendimiento de los cultivos, el uso continuo de ellos provoca que las plagas obtengan una mayor resistencia a dichos productos.
Afortunadamente, existen otros métodos de control de plagas. Entre ellos, destacan los biológicos. Además de rotar cultivos, 2 opciones ampliamente usadas son la de plantar árboles cerca del campo, donde anidarán pájaros que tendrán en los animales de la plaga una gran parte de su sustento alimentario. La otra opción es la introducción de insectos inofensivos para los cultivos, pero que se alimentan de las plagas, como las mariquitas.
5. Práctica de la agrosilvicultura
Gracias al microclima que los árboles forman a su alrededor, que favorece la estabilidad y conservación de la humedad del suelo y la temperatura, al mismo tiempo que protege a los cultivos del viento, esta práctica se ha convertido en un poderoso aliado en regiones secas y/o con suelos propensos a la desertificación.
Los árboles también mejoran la estabilidad y estructura del suelo, evitando así las escorrentías. Asimismo, los frutos y la madera de esos árboles pueden ser usados como fuente de ingreso adicional o como método para diversificar la producción.
Si bien la idea de tener una explotación es la de obtener el mayor beneficio posible, hay que tener en cuenta que la sobreexplotación y el uso de técnicas poco respetuosas con el medio ambiente puede afectar a la producción a largo plazo. El objetivo de la agricultura sostenible no solo es maximizar dicha producción, también asegurarse de que las futuras generaciones disfrutarán del medio ambiente y sus beneficios de la misma manera que nosotros hacemos.