La pandemia encauzó el resurgimiento de la formación telemática de un modo nunca antes visto. Con ello, aparecieron sobre la mesa no solo las posibilidades que admite la educación online, sino también las nuevas necesidades que plantea. Desde la inversión en herramientas de aprendizaje telemático hasta una adaptación a la que, además del alumno, el docente deberá adaptarse para evolucionar.
Un futuro virtual
Con la pandemia, la formación telemática, aunque preexistente, ocupó buena parte del tiempo en cuarentena de muchos estudiantes. A raíz de su renacimiento, el auge de la educación online depara un interesante futuro en el sector educativo. Aunque aún es pronto para sostener que esta modalidad será la que impere en el futuro, la realidad es que sus beneficios acarrean también responsabilidades. Especialmente, del lado de la docencia, ya que tanto centros como profesores deberán adaptarse al frenesí de la digitalización y apostar por herramientas telemáticas para blindar el aprendizaje.
Adelantándose a las necesidades, muchos centros han iniciado ya una carrera en la que comprar contenidos scorm, elemento indispensable para estructurar el e-learning, a través de algunas webs especializadas como innovación y cualificación. Pero, además de dichas herramientas, la modalidad online también permitirá al alumno una mayor organización en su decurso formativo. Eso sí, entendiendo que las nuevas necesidades del escenario telemático son distintas al formato convencional. Razón por la que antes cabe entender los nichos y posibilidades de esta metamorfosis.
La experiencia de la formación online en pandemia
Por lo general, la valoración de la formación telemática por parte de los estudiantes fue positiva durante la pandemia. De hecho, el 52% de los jóvenes valoró la experiencia como buena o muy buena, según el Barómetro Jóvenes y Tecnología 2021: trabajo, estudios y prácticas en la incertidumbre pandémica publicado por la Fundación FAD Juventud. Sin embargo, existen aún algunos inconvenientes que cabe abordar. Por una parte, las carencias tanto de acceso como de conocimiento tecnológico que afectan a centros y alumnos. Pero, también, la imperiosa necesidad de trabajar la adaptación al estudio telemático.
En ese sentido, según recogía el documento de Experiencias y percepciones juveniles sobre la adaptación digital de la escuela en pandemia, la mayoría de los estudiantes coincidían en que es preciso mejorar la organización y planificación de los cursos. Encontrando estrategias útiles que no consistan en un mero traslado de la clase presencial al ámbito virtual, en aras de alcanzar una mayor coordinación entre profesorado y asignaturas. Necesidades que deben trabajarse duramente, dado que, a pesar del retorno a la normalidad, el modelo híbrido de la educación entre la presencialidad y la digitalización parece ya erigirse en el horizonte formativo.
Solo hay que dar con las herramientas adecuadas
Pese a estos primeros desajustes, fruto de una frenética digitalización educativa forzada por el contexto sanitario, la verdad es que la formación online puede influir de forma muy beneficiosa en el aprendizaje. Una de las razones es la ubicuidad. Si bien algunos alumnos de menor poder adquisitivo pueden no disponer de un portátil con webcam, la presencia de los smartphones facilita el acceso a la modalidad online. Además, en el caso de centros que se sirven de los vídeos en streaming en sus cursos, factores como la flexibilidad y la complementación permiten una mejor distribución del estudio adaptado al día a día del alumno.
Asimismo, cabe mencionar que la formación telemática concede un vasto repertorio de herramientas de aprendizaje. Estas son muy diversas y de utilidad variable según el cometido, pueden ayudar a reforzar nuestra capacidad y nivel de concentración. De hecho, el formato SCORM ha permitido grandes avances en el sector virtual de la educación. Pensado como un conjunto de estándares de unificación para estructurar herramientas educativas, se ha convertido en un elemento indispensable en la distribución de todo tipo de contenido e-learning. Y es que las nuevas tecnologías y, en concreto, el modo en que debemos trabajarlas, son la mejor baza de la formación telemática.
Un mar de posibilidades
Aunque pueda parecer paradójico, uno de los puntos fuertes de la educación online es la posibilidad de no seguir el camino reglado. En ese sentido, la red nos ofrece una inagotable cantidad de contenido complementario. Mediante el cual, si buscamos en páginas web fiables, podemos ampliar nuestros conocimientos sobre una materia. Tanto es así que incluso muchos profesores añaden vídeos de youtubers en sus clases. En especial, aquellos cuya labor se centra en la divulgación del conocimiento en toda clase de materias. Sea el acceso de pago o gratuito, una realidad que empodera la capacidad de elección del alumno y retorna a Internet la razón de su origen.
De este modo, puede verse cuán importante es este cambio no solo para el alumno, sino también para el profesor. Ya que los docentes deben prepararse para asimilar el cambio de formato, conociendo de antemano las posibilidades del e-learning y el gran conjunto de variables que permitirán a su curso no solo ser menos aburridos, sino más efectivos en su divulgación del conocimiento. Sin duda, la era de la digitalización acarrea muchos cambios, algunos de ellos todavía por implementarse. Pero, con todo, queda claro que la metodología online ha llegado para quedarse. Sin eludir jamás la clase presencial, su uso estará cada vez más extendido alrededor del mundo.